El acoso durante la infancia deja una marca en la personalidad que se está formando y que influye en el desarrollo de las emociones, conductas y pensamientos del futuro adolescente y adulto.
El niño podrá ser el adulto que hubiera podido ser sin este incidente y puede salir fortalecido si el problema se detecta a tiempo.
Como el agua que con su paso constante erosiona las rocas hasta producir un desgaste y dejar a la vista su fragilidad, el acoso escolar o bullying durante años paraliza el desarrollo de los recursos del niño.
El niño pasa una gran parte de su tiempo en la escuela, por lo que el impacto del acoso escolar es suficientemente importante como para ser responsable de un desgaste emocional lento y constante que crea las siguientes situaciones:
- Una brecha, entre lo que es y lo que podría llegar a ser el niño.
- Subdesarrollo de la sensación de valía que se desarrolla con las relaciones.
Los niños forjan su autoestima a través de experiencias con sus padres, hermanos, niños de su edad y con el mundo que les rodea, obteniendo refuerzo y lecciones que serán valiosas para superar los conflictos de su vida y que se debilitan en los casos de niños acosados.

Todas las experiencias conforman la personalidad del niño, desde la terapia breve estratégica trabajamos las negativas para que su impacto se vaya amortiguado con un tratamiento en el que participa toda la familia y por el apoyo que haya disponible en su entorno, es decir, por las figuras significativas de los niños, que hacen de protección contra la ansiedad, la frustración, el dolor y la rabia. Trabajamos sobre el apoyo en un modelo estable, cariñoso, pueden salir fortalecidos de dichas vivencias. Muchos estudios sobre la resiliencia o la capacidad de salir adelante tras una experiencia traumática demuestran esta idea.
Abordamos el trabajo terapéutico también sobre el concepto indefensión aprendida. Esté estado queda ilustrado en los experimentos con animales cuando se aplican descargas a perros que no podían modificar con ninguna acción y acababan por darse por vencidos; cuando luego se les daba la posibilidad de escapar, se quedaban inmóviles porque habían aprendido a no defenderse. Esto es la misma pauta de comportamiento observada en estos niños.
Características y conducta de un niño que sufre acoso:
1. En las fases iniciales del problema
- Se preguntan por qué son objeto de burlas, no lo entienden.
- Imitan conductas de manera forzada: tratan de ser queridos por los demás, tener amigos y agradar, en definitiva encajar por lo que intentan ser como los demás, reírse de las mismas bromas, hacer lo que los otros hacen.
- Cuanto más intentan luchar por ser aceptados más obtienen el rechazo, generándoles un estado de rendición, de parálisis emocional y conductual.
2. En la evaluación del problema:
- Se empieza a poner nervioso cuando está en grupo.
- Se siente inferior a los demás
- Empieza a aislarse porque los demás le rehúyen o ignoran.
- Con el tiempo crece la ansiedad.
- Vergüenza a salir a la calle.
- La sensación de inferioridad, apareciendo el control continuo de las personas que tienen a su alrededor y la evitación del contacto social.
3. En la adolescencia, el niño sometido a acoso puede tener dos reacciones:
- Bloquearse en sus relaciones y auto-aislarse del grupo evitando.
- Rebelarse contra sus iguales, ya no quiere ser como ellos, interiormente no desea pertenecer al grupo, aflora el resentimiento y las fantasías de venganza.
- Con estas características el adolescente se convierte en problema familiar. La ira acumulada a través de los años puede ocasionar conductas violentas hacia sí mismo y hacia los demás. Ejemplos en estos perfiles pueden ser: autolesiones, el suicidio, pertenecer a grupos radicales, participar en carreras de coches ilegales, consumir drogas y alcohol, y cometer asesinatos en masa.
Generalmente hay un líder que es el que inicia el acoso, y en grupo cometen actos de crueldad dejando su individualidad al margen y dejándose llevar por la pertenencia a ese grupo, haciendo cosas que nunca harían como individuos aislados. El grupo justifica la crueldad, la marginación, “todos lo hacen”, dejándose manipular por el líder. Este grupo se alimenta con la sumisión y el silencio de la víctima de acoso y experimenta una especie de poder que hace que continúe.
Es responsabilidad de todos detectar y frenar casos de acoso y violencia escolar, informando al centro escolar si sospechamos que alguien lo está sufriendo y proporcionando tratamiento psicológico para recuperar la valía personal dañada. El silencio es el mejor alimento para los acosadores.
La figura del psicólogo ayudará al niño o adolescente acosado a respetarse, a quererse y valorarse, dejando atrás el pasado y vivir un presente sin miedo.
La vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia delante. Sören Kierkegaard.